viernes, 11 de septiembre de 2009

Fiesta inesperada

Camine sin prisa una tarde con un destino fijo, y nunca pensé desviarme tanto. Aunque fueron solo dos horas, fué mucho más que un desvio.
Entré en una casa alborotada, con gente desconocida y descontrolada, ojos desorbitados, aliento fermentado y conversaciones incoherentes.
En medio de risas y musica muy fuerte, sobre la mesa de centro una mamadera y una botella de alcohol me distraen de la pregunta de uno de los desconocidos...quieres? No... y dió la orden de amarrarme. Siempre supe que las fiestas inesperadas son las peores.


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